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sábado, 25 de octubre de 2025
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Cómo mejorar la flexibilidad: 6 puntos fundamentales para la salud física y mental a cualquier edad

El cuerpo también necesita mantenerse ágil. Pequeños cambios en la rutina pueden ayudarle a mejorar la flexibilidad y ganar bienestar día a día.

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La flexibilidad, frecuentemente considerada un complemento y resultado del ejercicio físico, cumple un papel esencial en la movilidad, la prevención de lesiones y el bienestar general. Mejorar la flexibilidad no solo favorece el movimiento corporal, sino que también reduce el riesgo de caídas, dolores musculares y rigidez articular, especialmente con el paso de los años.

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La importancia de mejorar la flexibilidad

Con la edad, los tendones y músculos pierden elasticidad, lo que limita la movilidad y aumenta la posibilidad de lesiones. Por ello, mejorar la flexibilidad ayuda a mantener la postura, la circulación y la estabilidad corporal. Además, las personas más flexibles presentan menor riesgo de accidentes y una mejor salud mental.

La flexibilidad se define como el rango de movimiento de los tejidos blandos que rodean las articulaciones. Cuando estos tejidos —músculos, tendones y ligamentos— se estiran regularmente, se conservan elásticos y funcionales. En cambio, la falta de movimiento prolongada provoca rigidez y dolor.

Entre los beneficios de mejorar la flexibilidad están algunos como:

  • Reducción del riesgo de caídas y lesiones.
  • Aumento de la movilidad y la coordinación.
  • Alivio del dolor muscular y articular.
  • Mejor flujo sanguíneo y menor tensión corporal.

Varias estrategias son importantes para mantener y mejorar la flexibilidad a lo largo de los años. A continuación, conozca algunas de ellas.

1. Estirarse de manera regular

La constancia es el principal factor para mejorar la flexibilidad. Realizar estiramientos al menos dos veces por semana y enfocarse en grandes grupos musculares como espalda, piernas y hombros. Existen dos tipos de estiramiento efectivos:

  • Estático: mantener una posición durante 15 a 30 segundos, ideal después del ejercicio.
  • Dinámico: movimientos suaves y controlados para calentar antes de entrenar.

El yoga, el pilates y el taichí son prácticas recomendadas que combinan ambos métodos y fortalecen la conexión entre cuerpo y mente.

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2. Evitar el sedentarismo

Permanecer sentado durante largos periodos debilita los músculos y endurece las articulaciones. Incorporar pausas activas y caminar con frecuencia son estrategias básicas para mejorar la flexibilidad.

Actividades como el yoga o el pilates favorecen la movilidad y fortalecen la musculatura sin exigir un esfuerzo excesivo.

3. Mantenerse hidratado

La hidratación es clave para conservar la elasticidad muscular. Los músculos deshidratados pierden capacidad de contracción y son más propensos a los calambres. Además, el agua favorece la producción del líquido sinovial, esencial para que las articulaciones se muevan con suavidad.

4. Combinar fuerza y flexibilidad

Fortalecer los músculos es indispensable para sostener las articulaciones y mantener su rango de movimiento. Ejercicios de fuerza como sentadillas o planchas, realizados dos veces por semana, ayudan a mejorar la flexibilidad y la estabilidad corporal.

5. Usar un rodillo de espuma

El masaje con rodillo de espuma contribuye a liberar tensión y aumentar la flexibilidad de los tejidos blandos. Se recomienda aplicarlo en la espalda, pantorrillas o muslos, después mover el cuerpo sobre el rodillo para aliviar la rigidez y mejorar el flujo sanguíneo.

6. Incorporar alimentos antiinflamatorios

La alimentación también influye en la flexibilidad. Dietas ricas en azúcares y grasas saturadas favorecen la inflamación y la rigidez muscular. Para contrarrestarlo, se sugiere consumir alimentos antiinflamatorios como bayas, setas, pimientos y pescados ricos en omega-3 —salmón, sardinas o caballa—, que contribuyen a mantener las articulaciones sanas.

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Flexibilidad a lo largo del tiempo

Aunque la flexibilidad disminuye naturalmente con la edad, esta puede recuperarse con hábitos adecuados. Mejorar la flexibilidad a partir de los 50 años ayuda a conservar la movilidad y prevenir dolencias asociadas al envejecimiento, como la artritis o el dolor lumbar.

Cada persona tiene un nivel distinto de flexibilidad, determinado por factores genéticos, edad o actividad física. Sin embargo, una rutina constante de estiramientos, combinada con hidratación, alimentación balanceada y ejercicios de fuerza, puede mantener la agilidad y la independencia a largo plazo.

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